16/02/2010



Días como hoy me gusta pensar en como seria el final de mi vida, ¿llegare a viejo? ¿o seré un árbol mas derribado a un lado del camino, sin pena ni gloria? ¿tendré el recuerdo de una vida digna o habré desperdiciado cada día en un sinfín de tonterías sin sentido?

Me gusta pensar en esas cosas de vez en cuando, mucha gente las evita sistemáticamente, ya sea porque la sola idea de imaginarse su vejez les entristece, o porque les parece un pensamiento demasiado frió y oscuro. Esa misma gente suele decir de mi que soy muy negativo, que siempre pienso en lo peor, o que estoy siempre dándole vueltas a temas donde la gente nunca quiere entrar.
No lo hago por martirizarme, ni porque sea un depresivo sin remedio o porque tenga que demostrar que soy distinto y voy donde los demás no quieren, no, para mi es una necesidad que viene cada cierto tiempo a mi mente, como una alarma, es una manera que mi cabeza utiliza para decir, haz todas las estupideces que quieras pero ten cuidado.

Ten cuidado... ¿ten cuidado a que? pues ten cuidado no sea que uno de tus mayores temores se vaya a cumplir por no haber sabido reaccionar a tiempo.
Mi cabeza me avisa de esto cada cierto tiempo, una noche o un momento de calma sin mas y viene por la espalda hasta que no puedes quitártelo de encima, y te pones a pensar en como serán las cosas si llegas a viejo, ¿seras feliz? ¿podrás mirar hacia atrás y decir, si, ha merecido la pena, no lo he hecho tan mal? ¿o por el contrario solo veras que a tus espaldas solo hay terreno vació?

De ahí es de donde viene el miedo, de ahí es de donde surge la alarma, casi por inercia, me dice que debo cuidar el día a día y a la gente que tengo cerca, que no puedo dejar pasar todo y que en la vida hay que arriesgarse, pues casi todo lo que viene fácil no merece la pena y lo que te arriesgas es lo que te hace crecer.
El miedo viene de ese vació, de verte mayor, sin fuerzas, y con una carga a la espalda que pesa tanto como las cosas que hemos dejado por hacer, eso es lo que intenta evitar mi cabeza con estos avisos, pero que difícil es discernir cual es el camino correcto, y mucho mas complicado aun seguirlo.

Después de pensar en todas las posibilidades de futuro y alternativas, siempre queda una sensación agridulce, dulce porque sabes que aun hay tiempo para que eso no pase, y agria porque no sabes si podrás evitar llegar a eso, pero la vida es la vida y aunque a la gente le agobie a mi me calma de sobre manera pensar en todas las posibilidades y en los millones de vidas, unas encaminadas y otras sin rumbo, unas con suerte y otras totalmente injustas.

Pensar en las posibilidades, que son casi infinitas siempre me ha calmado...